ACERCA DE LA FELICIDAD
Acabo de leer en algún sitio, que el famoso escritor Humberto Eco ha dicho que: “El que se sienta totalmente feliz es un cretino”, y luego, la persona que citaba al autor de “El nombre de la rosa”, agregaba que la felicidad es un estado de ánimo instantáneo, que según él, dura poco, y se disfruta muy rara vez. Estas interesantes lecturas me han movido a dejar a mis escasos lectores algunas reflexiones al respecto.
El tema de la felicidad ha sido siempre motivo de atención para toda clase de pensadores. Incluso, no hace falta ser un gran filósofo para preocuparnos por ella. La palabra Feliz, y Felicidad están en boca de todos, y todos, por regla general, nos empeñamos en hacer de la nuestra, una vida feliz.
Ahora bien, parece que la Felicidad es como un pez escurridizo en aguas muy turbias. Es como un pez que una vez en nuestras manos, se nos escurre como el agua misma.
Antes de continuar, quiero dejar claro que todo lo que diré a continuación, nace de mi concepción filosófica y religiosa del mundo, que como ya algunos sabrán, emana de mis estudios teosóficos, y que doy por sentado que la mayoría de las personas podrían perfectamente pensar sobre este tema, diferente a mí. Yo sólo me aventuro a dar mi visión personal sobre este asunto, pero siempre dando margen para que sean expuestas otras teorías, tan válidas y ciertas como la mía, o incluso más.
Dicho esto, me gustaría comenzar por apuntar que casi siempre identificamos la felicidad como ese instante sublime en que llegamos a ser capaces de materializar nuestros más caros sueños. Luego, este estado emocional se va desvaneciendo a la misma velocidad en la que fabricamos nuevas metas. No somos capaces de quedarnos “clavados” en ese instante y eternizarlo.
Curiosamente, esto no depende de la magnitud del triunfo. Éste podría ser inmensamente grande y trascendental, estoy pensando en aquellos hombres que subieron a la luna, por ejemplo. Ellos no fueron capaces de quedarse experimentando ese estado de felicidad que su tremendo triunfo les proporcionó. Incluso, parece ser que llegar tan alto, (nunca mejor dicho), les acarreó un gran problema, y es que no sabían qué nueva meta plantearse que superara lo que habían conseguido. Dicen que algunos de ellos se lanzaron a buscar vida extraterrestre aquí en la tierra, o emprendieron aventuras tan extravagantes como esa.
Muchas personas andan por la vida buscando la felicidad a ciegas. Por ejemplo, están convencidos de que serán felices el día que tengan un buen trabajo y un salario digno. Luego, cuando lo consiguen, se dan cuenta de que estaban equivocados y que la felicidad está en tener un negocio próspero que funcione, luego se dan cuenta de que no era eso tampoco, y así sucesivamente. Incluso, algunos llegan a darse cuenta de que la felicidad es como el horizonte, que siempre está más lejos, pero de todos modos no encuentran nada mejor que hacer con la vida que buscar ese espejismo llamado felicidad. Y lo hacen, porque no creen que exista otro tipo de felicidad posible en la tierra.
Estas personas que llegan a descubrir que la felicidad es como el horizonte, procuran darse “corrientazos” de felicidad, “chutes” de felicidad, y para ello, se lanzan de cabeza al mar de las emociones y tratan de experimentar esos bandazos emocionales que los hagan sentir vivos.
La humanidad ordinaria tiene una tendencia bastante grande a entender la felicidad de este modo ya descrito: A saber:
1-Cuando somos capaces de hacer realidad nuestros sueños.
2-Cuando alcanzamos un estado emocional determinado en que nos sentimos genial.
Hago notar que a veces llegamos a esos estados emocionales sin necesidad de que nos ocurra nada especial. Simplemente nos levantamos de la cama ese día, y por alguna extraña razón, nos sentimos maravillosamente bien, aunque nuestros problemas, esos que nos atormentaban el día anterior, permanezcan ahí. Pero es como si ese día nos sintiéramos bendecidos por una extraña fuerza. Cada cual se lo explica como mejor le parece, pero lo que ellos saben es que se sienten felices ese día, e incluso, intuyen, que la felicidad les puede durar muy poco, incluso horas.
No se puede decir que exista un grupo de personas que traten de ser feliz haciendo realidad sus sueños, o lo que es lo mismo, que encuentren la felicidad transformando en su beneficio el mundo que les rodea, y otro grupo de personas que simplemente se dedique a propiciar esos estados emocionales en los que ellos se sienten felices. Creo que se puede decir que existe un gran grupo de seres, (la mayoría de las personas) que no son, o no han sido capaces de experimentar la felicidad como algo ajeno a sus vibraciones emocionales.
Esto es lógico. Nuestra humanidad se encuentra en un nivel de crecimiento espiritual, más cercano a su universo emocional que a cualquier otro de los universos en los que habita.
Sin embargo, eso no siempre va a ser así, pues la humanidad no se detiene ni se detendrá en su proceso de evolución espiritual. Los seres humanos vamos lentamente transformándonos, y algún día dejaremos incluso de existir como humanos, para convertirnos en seres suprahumanos, de los que ahora mismo, no nos es dado predecir su morfología, o demás características.
Si alguna duda nos queda al respecto, pensemos que todo lo material que conocemos, fue creado en un momento determinado de la historia del universo. A ese momento le llamamos Big Bang. Estamos hablando del momento en que la antimateria explotó con una energía tal, que eso que existía, pasó a ser materia en un lapso de tiempo que ahora mismo nos costaría mucho precisar, pero que la ciencia ha calculado mejor o peor, y que ha llegado a cifrar en unos 13 000 millones de años desde la explosión hasta el día de hoy.
De las primeras formas de vida aparecieron las plantas y los animales, de los animales, aparecimos nosotros, animales superiores. Muchas especies han desaparecido, y no resulta descabellado pensar que nosotros mismos desapareceremos en su día, pues no podemos pensar que seremos eternos.
Volviendo al tema que nos ocupa, el ser humano, a diferencia de los animales, se caracteriza por haber desarrollado su conciencia, su vehículo mental, y en la medida en que hemos ido desarrollando nuestra mente racional, nos hemos ido distinguiendo del resto de los animales, y curiosamente, nuestra mente ha ido influenciando de manera visible sobre nuestro vehículo emocional. De ahí que sintamos muy diferente, incluso, de los animales más evolucionados.
Hablo de la mente y me centro en ella para explicar que hay en la tierra una minoría de seres que entienden la felicidad como un estado, no sólo emocional, sino también mental.
Cuando se consigue entender la felicidad como un estado mental, más que emocional, se abre ante nosotros un camino de búsqueda y aprendizaje, un camino de autoconocimiento, que nos permite ser felices de un modo más constante y seguro, que cuando se hace depender la felicidad de esos vaivenes emocionales, que para colmo, son imparables, pues el vehículo emocional se mueve como un péndulo, y como todo péndulo, va de un extremo a otro del espectro emocional, y por tanto, a grandes estados de euforia y alegría, le corresponden luego, grandes estados de depresión y tristeza.
Cuando hemos desarrollado y educado nuestro vehículo mental, nos ocupamos de entender y abordar desde la mente, absolutamente todos los procesos que ocurren en nuestro interior, y paulatinamente nos ocupamos de ser menos impulsivos, nos ocupamos de ser menos emocionales, para convertirnos en seres más racionales, pues aunque nos llamemos a nosotros mismos, seres racionales, la realidad es que la gran mayoría de la humanidad, son más seres emocionales, que seres racionales.
Poco a poco, en la medida en que la humanidad vaya desarrollándose y creciendo, iremos apartándonos de ese estadio en que las emociones juegan un papel preponderante en nuestras vidas, para convertirnos poco a poco, en seres con una mayor propensión a pensar y a buscar los por qué de lo que nos pasa, que a dejarnos arrastrar por esos estados emocionales, que pueden ser lo mismo, buenos que malos, y que hacen de nosotros, personas débiles e inseguras.
Llegará un momento en que la humanidad, ante una emoción que le sobrevenga, sea del tipo que sea, se preguntará si tiene sentido alimentarla o no. Por ejemplo, si de pronto nos sentimos tristes, nos preguntaremos si tiene sentido que nos sintamos así, y si nuestra mente nos dice que ese sentimiento de tristeza no tiene razón de existir, simplemente, a partir de un ejercicio mental, romperemos esa polaridad emocional negativa. Lo mismo pasará con esos estados de euforia. Nos preguntaremos si tiene sentido que nos sintamos así, y desde nuestra mente haremos lo propio con dicha emoción.
Esto que escribo, puede parecer raro y sorprendente para la mayoría. Es lógico que resulte chocante incluso, y es que debido a que estamos tan atados al universo emocional, tenemos como una necesidad de sentir cosas. Y tan dependientes somos de sentir emociones, a poder ser, emociones fuertes, que cuando la vida no nos la da, las buscamos a conciencia.
Un ejemplo de ello es el cine de terror, por ejemplo, o el género de terror que podemos encontrar también en la literatura. Hay personas que debido a su adhesión tan fuerte al plano emocional, sienten disfrute proporcionándose ese tipo de emociones. Lo mismo sucede con cierta música, con cierta pintura, etc.
La vida de los seres humanos está repleta de ejemplos que demuestran nuestro apego y dependencia a los vaivenes emocionales. Por ejemplo, hay parejas que buscan a veces disgustarse, simplemente para disfrutar luego las “mieles” de la reconciliación. Y bueno, qué decir de esos amores tormentosos provocados por esos seres desequilibrados emocionalmente.
Esas personas desequilibradas nos hacen vivir a su lado, constantes oscilaciones entre el amor y el desamor, y lo más curioso, es que muchas veces consiguen hacernos pensar que hemos disfrutado la experiencia de amor más intensa, y por tanto, más inolvidable y placentera de nuestras vidas. Conozco a personas que buscan de un modo casi enfermizo a personas que sean capaces de provocarles ese tipo de vida atolondrada.
En la medida en que la humanidad se vaya haciendo más mental, veremos cómo dejaremos de buscar ese tipo de emocionalidad “fuerte” para cultivar, en nosotros y a nivel de toda la sociedad, una emocionalidad más moderada, más tendente al equilibrio, que a los desequilibrios. Porque las emociones fuertes no son otra cosa, que las emociones que surgen al saltar violentamente de un lado al otro del espectro emocional.
Por lo general las religiones y filosofías orientales buscan la felicidad desde la mente. No se entregan a los desequilibrios emocionales, y evitan los placeres corporales extremos como el dolor o el placer del cuerpo.
Para ellos, la felicidad no sólo es posible experimentarla como algo bastante menos fugaz que lo que muchos creemos, sino que será inevitable que todos lleguemos a ella, como parte de nuestro ciclo de crecimiento espiritual.
Dichas escuelas de pensamiento filosófico y esotérico oriental parten de tres ideas que a mi juicio, facilitan muchísimo el camino a la hora de encontrar la felicidad:
1-Dios, la divinidad no es un ser caprichoso y arbitrario, y por tanto, la creación no es caótica, sino que está sujeta a leyes objetivas que se cumplen siempre, y dicho cuerpo de leyes objetivas no son otra cosa que Dios mismo.
2-Para ellos el ser humano trasciende a la muerte física, es decir, una vez que la persona muere, no deja de existir, sino que abandona su vehículo físico, pero conserva perfectamente el resto de sus vehículos, a saber: el vehículo emocional, mental, búdico, átmico y monádico. Además, dan por sentado que todo ser humano separado de su cuerpo físico, volverá a nacer dentro un cuerpo físico nuevo y tendrá un nuevo ciclo de vida terrestre.
Los orientales, al igual que la mayoría de las religiones conocidas, entienden la vida ultraterrena como un estadio superior, y por tanto, como un estadio en el cual se consigue más fácilmente la felicidad que en la tierra. Para ellos, lo ideal es conseguir un nivel de purificación tal de sus cuerpos suprafísicos, que les permita no tener que regresar a la vida física, esta que desarrollamos en la tierra. Por tanto relativizan el sentido de la muerte, y por consiguiente, no sufren como en occidente, con la idea de la muerte propia y la de sus seres queridos.
3-La otra idea fundamental es que ellos entienden que sus cuerpos más esenciales, y por tanto, aquellos que mejor los definen, son sus cuerpos más internos, es decir, lo que ellos llamarían su cuerpo causal, que está conformado por, su cuerpo monádico, átmico y búdico. De aquí podemos entender que cuando ellos dicen: “OM MANI PADME HUM (Yo soy la joya en el loto) o cuando dicen simplemente: “OM MANI (Yo soy) ese YO, se está refiriendo al cuerpo causal ya mencionado, y por tanto, ellos consideran a su cuerpo físico, emocional y mental, sólo como ropajes externos de lo que ellos son en realidad.
Teniendo en cuenta estas peculiaridades del pensamiento oriental, podremos entender por qué ellos están en mejores condiciones de buscar la felicidad más allá de sus emociones.
De hecho, los maestros orientales enseñan a sus discípulos a combatir las emociones y pensamientos negativos diciendo: “Eso que en mí desea, no soy yo”, “Eso que en mí piensa, no soy yo”.
Una vez que empieza a mirarse el mundo y la existencia del ser humano, de esta manera, resulta mucho más fácil entender la felicidad como algo alcanzable, y como algo que no depende necesariamente de nuestros estados físicos emocionales o mentales.
Dicho esto, les aclaro que mi pensamiento, mi manera de entender el mundo, está más cerca del pensamiento filosófico y religioso oriental, que del occidental, que caza la felicidad a estos estados emocionales que tan bien conocemos y que ya he descrito. Por tanto, sabiendo que, incluso en occidente, hay muchas personas que piensan como yo, no me atrevería a repetir en ningún caso esas palabras de mi admirado Humberto Eco cuando dijo en otras palabras, que el que sea capaz de sentir la felicidad más allá de esos chispazos emocionales, el que lo sienta como algo más constante y duradero, es un cretino.
Acabo de leer en algún sitio, que el famoso escritor Humberto Eco ha dicho que: “El que se sienta totalmente feliz es un cretino”, y luego, la persona que citaba al autor de “El nombre de la rosa”, agregaba que la felicidad es un estado de ánimo instantáneo, que según él, dura poco, y se disfruta muy rara vez. Estas interesantes lecturas me han movido a dejar a mis escasos lectores algunas reflexiones al respecto.
El tema de la felicidad ha sido siempre motivo de atención para toda clase de pensadores. Incluso, no hace falta ser un gran filósofo para preocuparnos por ella. La palabra Feliz, y Felicidad están en boca de todos, y todos, por regla general, nos empeñamos en hacer de la nuestra, una vida feliz.
Ahora bien, parece que la Felicidad es como un pez escurridizo en aguas muy turbias. Es como un pez que una vez en nuestras manos, se nos escurre como el agua misma.
Antes de continuar, quiero dejar claro que todo lo que diré a continuación, nace de mi concepción filosófica y religiosa del mundo, que como ya algunos sabrán, emana de mis estudios teosóficos, y que doy por sentado que la mayoría de las personas podrían perfectamente pensar sobre este tema, diferente a mí. Yo sólo me aventuro a dar mi visión personal sobre este asunto, pero siempre dando margen para que sean expuestas otras teorías, tan válidas y ciertas como la mía, o incluso más.
Dicho esto, me gustaría comenzar por apuntar que casi siempre identificamos la felicidad como ese instante sublime en que llegamos a ser capaces de materializar nuestros más caros sueños. Luego, este estado emocional se va desvaneciendo a la misma velocidad en la que fabricamos nuevas metas. No somos capaces de quedarnos “clavados” en ese instante y eternizarlo.
Curiosamente, esto no depende de la magnitud del triunfo. Éste podría ser inmensamente grande y trascendental, estoy pensando en aquellos hombres que subieron a la luna, por ejemplo. Ellos no fueron capaces de quedarse experimentando ese estado de felicidad que su tremendo triunfo les proporcionó. Incluso, parece ser que llegar tan alto, (nunca mejor dicho), les acarreó un gran problema, y es que no sabían qué nueva meta plantearse que superara lo que habían conseguido. Dicen que algunos de ellos se lanzaron a buscar vida extraterrestre aquí en la tierra, o emprendieron aventuras tan extravagantes como esa.
Muchas personas andan por la vida buscando la felicidad a ciegas. Por ejemplo, están convencidos de que serán felices el día que tengan un buen trabajo y un salario digno. Luego, cuando lo consiguen, se dan cuenta de que estaban equivocados y que la felicidad está en tener un negocio próspero que funcione, luego se dan cuenta de que no era eso tampoco, y así sucesivamente. Incluso, algunos llegan a darse cuenta de que la felicidad es como el horizonte, que siempre está más lejos, pero de todos modos no encuentran nada mejor que hacer con la vida que buscar ese espejismo llamado felicidad. Y lo hacen, porque no creen que exista otro tipo de felicidad posible en la tierra.
Estas personas que llegan a descubrir que la felicidad es como el horizonte, procuran darse “corrientazos” de felicidad, “chutes” de felicidad, y para ello, se lanzan de cabeza al mar de las emociones y tratan de experimentar esos bandazos emocionales que los hagan sentir vivos.
La humanidad ordinaria tiene una tendencia bastante grande a entender la felicidad de este modo ya descrito: A saber:
1-Cuando somos capaces de hacer realidad nuestros sueños.
2-Cuando alcanzamos un estado emocional determinado en que nos sentimos genial.
Hago notar que a veces llegamos a esos estados emocionales sin necesidad de que nos ocurra nada especial. Simplemente nos levantamos de la cama ese día, y por alguna extraña razón, nos sentimos maravillosamente bien, aunque nuestros problemas, esos que nos atormentaban el día anterior, permanezcan ahí. Pero es como si ese día nos sintiéramos bendecidos por una extraña fuerza. Cada cual se lo explica como mejor le parece, pero lo que ellos saben es que se sienten felices ese día, e incluso, intuyen, que la felicidad les puede durar muy poco, incluso horas.
No se puede decir que exista un grupo de personas que traten de ser feliz haciendo realidad sus sueños, o lo que es lo mismo, que encuentren la felicidad transformando en su beneficio el mundo que les rodea, y otro grupo de personas que simplemente se dedique a propiciar esos estados emocionales en los que ellos se sienten felices. Creo que se puede decir que existe un gran grupo de seres, (la mayoría de las personas) que no son, o no han sido capaces de experimentar la felicidad como algo ajeno a sus vibraciones emocionales.
Esto es lógico. Nuestra humanidad se encuentra en un nivel de crecimiento espiritual, más cercano a su universo emocional que a cualquier otro de los universos en los que habita.
Sin embargo, eso no siempre va a ser así, pues la humanidad no se detiene ni se detendrá en su proceso de evolución espiritual. Los seres humanos vamos lentamente transformándonos, y algún día dejaremos incluso de existir como humanos, para convertirnos en seres suprahumanos, de los que ahora mismo, no nos es dado predecir su morfología, o demás características.
Si alguna duda nos queda al respecto, pensemos que todo lo material que conocemos, fue creado en un momento determinado de la historia del universo. A ese momento le llamamos Big Bang. Estamos hablando del momento en que la antimateria explotó con una energía tal, que eso que existía, pasó a ser materia en un lapso de tiempo que ahora mismo nos costaría mucho precisar, pero que la ciencia ha calculado mejor o peor, y que ha llegado a cifrar en unos 13 000 millones de años desde la explosión hasta el día de hoy.
De las primeras formas de vida aparecieron las plantas y los animales, de los animales, aparecimos nosotros, animales superiores. Muchas especies han desaparecido, y no resulta descabellado pensar que nosotros mismos desapareceremos en su día, pues no podemos pensar que seremos eternos.
Volviendo al tema que nos ocupa, el ser humano, a diferencia de los animales, se caracteriza por haber desarrollado su conciencia, su vehículo mental, y en la medida en que hemos ido desarrollando nuestra mente racional, nos hemos ido distinguiendo del resto de los animales, y curiosamente, nuestra mente ha ido influenciando de manera visible sobre nuestro vehículo emocional. De ahí que sintamos muy diferente, incluso, de los animales más evolucionados.
Hablo de la mente y me centro en ella para explicar que hay en la tierra una minoría de seres que entienden la felicidad como un estado, no sólo emocional, sino también mental.
Cuando se consigue entender la felicidad como un estado mental, más que emocional, se abre ante nosotros un camino de búsqueda y aprendizaje, un camino de autoconocimiento, que nos permite ser felices de un modo más constante y seguro, que cuando se hace depender la felicidad de esos vaivenes emocionales, que para colmo, son imparables, pues el vehículo emocional se mueve como un péndulo, y como todo péndulo, va de un extremo a otro del espectro emocional, y por tanto, a grandes estados de euforia y alegría, le corresponden luego, grandes estados de depresión y tristeza.
Cuando hemos desarrollado y educado nuestro vehículo mental, nos ocupamos de entender y abordar desde la mente, absolutamente todos los procesos que ocurren en nuestro interior, y paulatinamente nos ocupamos de ser menos impulsivos, nos ocupamos de ser menos emocionales, para convertirnos en seres más racionales, pues aunque nos llamemos a nosotros mismos, seres racionales, la realidad es que la gran mayoría de la humanidad, son más seres emocionales, que seres racionales.
Poco a poco, en la medida en que la humanidad vaya desarrollándose y creciendo, iremos apartándonos de ese estadio en que las emociones juegan un papel preponderante en nuestras vidas, para convertirnos poco a poco, en seres con una mayor propensión a pensar y a buscar los por qué de lo que nos pasa, que a dejarnos arrastrar por esos estados emocionales, que pueden ser lo mismo, buenos que malos, y que hacen de nosotros, personas débiles e inseguras.
Llegará un momento en que la humanidad, ante una emoción que le sobrevenga, sea del tipo que sea, se preguntará si tiene sentido alimentarla o no. Por ejemplo, si de pronto nos sentimos tristes, nos preguntaremos si tiene sentido que nos sintamos así, y si nuestra mente nos dice que ese sentimiento de tristeza no tiene razón de existir, simplemente, a partir de un ejercicio mental, romperemos esa polaridad emocional negativa. Lo mismo pasará con esos estados de euforia. Nos preguntaremos si tiene sentido que nos sintamos así, y desde nuestra mente haremos lo propio con dicha emoción.
Esto que escribo, puede parecer raro y sorprendente para la mayoría. Es lógico que resulte chocante incluso, y es que debido a que estamos tan atados al universo emocional, tenemos como una necesidad de sentir cosas. Y tan dependientes somos de sentir emociones, a poder ser, emociones fuertes, que cuando la vida no nos la da, las buscamos a conciencia.
Un ejemplo de ello es el cine de terror, por ejemplo, o el género de terror que podemos encontrar también en la literatura. Hay personas que debido a su adhesión tan fuerte al plano emocional, sienten disfrute proporcionándose ese tipo de emociones. Lo mismo sucede con cierta música, con cierta pintura, etc.
La vida de los seres humanos está repleta de ejemplos que demuestran nuestro apego y dependencia a los vaivenes emocionales. Por ejemplo, hay parejas que buscan a veces disgustarse, simplemente para disfrutar luego las “mieles” de la reconciliación. Y bueno, qué decir de esos amores tormentosos provocados por esos seres desequilibrados emocionalmente.
Esas personas desequilibradas nos hacen vivir a su lado, constantes oscilaciones entre el amor y el desamor, y lo más curioso, es que muchas veces consiguen hacernos pensar que hemos disfrutado la experiencia de amor más intensa, y por tanto, más inolvidable y placentera de nuestras vidas. Conozco a personas que buscan de un modo casi enfermizo a personas que sean capaces de provocarles ese tipo de vida atolondrada.
En la medida en que la humanidad se vaya haciendo más mental, veremos cómo dejaremos de buscar ese tipo de emocionalidad “fuerte” para cultivar, en nosotros y a nivel de toda la sociedad, una emocionalidad más moderada, más tendente al equilibrio, que a los desequilibrios. Porque las emociones fuertes no son otra cosa, que las emociones que surgen al saltar violentamente de un lado al otro del espectro emocional.
Por lo general las religiones y filosofías orientales buscan la felicidad desde la mente. No se entregan a los desequilibrios emocionales, y evitan los placeres corporales extremos como el dolor o el placer del cuerpo.
Para ellos, la felicidad no sólo es posible experimentarla como algo bastante menos fugaz que lo que muchos creemos, sino que será inevitable que todos lleguemos a ella, como parte de nuestro ciclo de crecimiento espiritual.
Dichas escuelas de pensamiento filosófico y esotérico oriental parten de tres ideas que a mi juicio, facilitan muchísimo el camino a la hora de encontrar la felicidad:
1-Dios, la divinidad no es un ser caprichoso y arbitrario, y por tanto, la creación no es caótica, sino que está sujeta a leyes objetivas que se cumplen siempre, y dicho cuerpo de leyes objetivas no son otra cosa que Dios mismo.
2-Para ellos el ser humano trasciende a la muerte física, es decir, una vez que la persona muere, no deja de existir, sino que abandona su vehículo físico, pero conserva perfectamente el resto de sus vehículos, a saber: el vehículo emocional, mental, búdico, átmico y monádico. Además, dan por sentado que todo ser humano separado de su cuerpo físico, volverá a nacer dentro un cuerpo físico nuevo y tendrá un nuevo ciclo de vida terrestre.
Los orientales, al igual que la mayoría de las religiones conocidas, entienden la vida ultraterrena como un estadio superior, y por tanto, como un estadio en el cual se consigue más fácilmente la felicidad que en la tierra. Para ellos, lo ideal es conseguir un nivel de purificación tal de sus cuerpos suprafísicos, que les permita no tener que regresar a la vida física, esta que desarrollamos en la tierra. Por tanto relativizan el sentido de la muerte, y por consiguiente, no sufren como en occidente, con la idea de la muerte propia y la de sus seres queridos.
3-La otra idea fundamental es que ellos entienden que sus cuerpos más esenciales, y por tanto, aquellos que mejor los definen, son sus cuerpos más internos, es decir, lo que ellos llamarían su cuerpo causal, que está conformado por, su cuerpo monádico, átmico y búdico. De aquí podemos entender que cuando ellos dicen: “OM MANI PADME HUM (Yo soy la joya en el loto) o cuando dicen simplemente: “OM MANI (Yo soy) ese YO, se está refiriendo al cuerpo causal ya mencionado, y por tanto, ellos consideran a su cuerpo físico, emocional y mental, sólo como ropajes externos de lo que ellos son en realidad.
Teniendo en cuenta estas peculiaridades del pensamiento oriental, podremos entender por qué ellos están en mejores condiciones de buscar la felicidad más allá de sus emociones.
De hecho, los maestros orientales enseñan a sus discípulos a combatir las emociones y pensamientos negativos diciendo: “Eso que en mí desea, no soy yo”, “Eso que en mí piensa, no soy yo”.
Una vez que empieza a mirarse el mundo y la existencia del ser humano, de esta manera, resulta mucho más fácil entender la felicidad como algo alcanzable, y como algo que no depende necesariamente de nuestros estados físicos emocionales o mentales.
Dicho esto, les aclaro que mi pensamiento, mi manera de entender el mundo, está más cerca del pensamiento filosófico y religioso oriental, que del occidental, que caza la felicidad a estos estados emocionales que tan bien conocemos y que ya he descrito. Por tanto, sabiendo que, incluso en occidente, hay muchas personas que piensan como yo, no me atrevería a repetir en ningún caso esas palabras de mi admirado Humberto Eco cuando dijo en otras palabras, que el que sea capaz de sentir la felicidad más allá de esos chispazos emocionales, el que lo sienta como algo más constante y duradero, es un cretino.
TADEO
10 comentarios:
Mi querido amigo, si me permites, te he linkeado.
Me ha fascinado como has expuesto este temazo de la FELICIDAD.. la diferencia de lo que se piensa en los orientales y los occidentales. Tengo la dicha de contarme contigo...la mirada oriental me abrió posibilidades, me hacen sentido sus propuestas, pensamientos, "soluciones" para mi camino aquí...Hablo por mi, con todo el respeto que todos me merecen..
Admiro y tienes un don, está claro, de comunicar lo que deseas desde una mirada amplia, coherente y... sabiamente.
Me siento ante un gran Ser que respeto, admiro y siento mucho orgullo de conocer...
Me asombro ver como Dios, la vida y el Universo nos va juntando...para crecer, para des-aprender y volver a aprender...dejar emociones y creencias limitantes, para transformarlas en creencias que nos abran posibilidades...
Leerte me hace tan bien, encuentro tanta coherencia en lo que siento transmites, lo que me llega y mi momento actual...
Hoy, por ejemplo posteé acerca del Consejo de las 13 abuelas...sé que te gustará...Cuando me llegó la info unos días atras...no pude dejar de escribir sobre ellas...ya un tiempo atrás, víspera Navidad "algo" me llego de ellas tambien...claro que de un plano diferente...existen "las abuelas espirituales/ancestrales" que nos cuidan tambien y bueno... me produjo un gozo... del que hoy aquí hablas... amanecí con esa sensación de plenitud...como que era necesario compartirlo y lo hice...;-)... me siento con la energía que ellas poseen.. y no sé por qué...aunque lo intuyo!!
Un abrazo a tu alma...desde la mía!
Ali
Querisa Ali:
Un placer para mí tener tu visita y tus lindas palabras. Me alegra mucho que las mias te sirvan para bien, pues cuando yo las escribo, no sé bien cómo van a ser recibidas. Besitos:
Tadeo
Tadeo, vamos todos aprendiendo y descubriendo las bases más "sensatas" para poder realizarnos. Para mí la felicidad tambien es un estado mental. Por ejemplo, hace dos dias estuve en un bosque, con mi perra Laika. Me senté sobre la tierra, apoyé mi espalda sobre un roble... Y me sentí feliz. Y esta felicidad me está acompañando estos días y me está curando el dolor de espalda que tuve. Y todo está relacionado.
Nos han educado de una manera que yo, a medida que voy creciendo, no encuentro justa ni buena. Yo tambien quiero desaprender. En esto y en todo.
Un abrazo,
Tadeo, leer este maravilloso texto me ha enriquecido y me ha emocionado. Durante muchísimo tiempo busqué esa felicidad escurridiza que puede darnos el "afuera". Pero comprendo que la felicidad es un estado mental y parte, esencialmente, del equilibrio.
Tu don de comunicador es asombroso.
Te dejo un beso grande!
Hola Lydia:
Siempre es un placer tenerte por mi blog. Mira, respecto a la experiencia que tuviste sentada con la espalda puesta en el árbol, te digo que existe en nosotros un cuerpo causal que no dificere apenas del cuerpo causal del árbol. Lo que nos diferencia básicamente es nuestro recubrimiento mental, emocional y físico, pero cuando quitas de ti tus vestidos más externos, te quedas en algo que comparte con el árbol la misma vida. Por eso es posible, a través de la meditación, que no es más nada que desnudarnos de nuestras vestiduras externas, podemos hablar con ellos y pedirles ayuda. Besitos.
Tadeo
Querida Raquel:
Yo me siento feliz de que mis palabras te ayuden. Yo llevo tiempo predicando. Creo que nací para hacerlo, y creo que no hay otra cosa en mi vida más importante que hacer la prédica. Lo que pasa es que hacerlo en la red es muy complicado, porque me gusta hablar con la gente, diciendo lo que tengo que decir a cada uno según su nivel de desarrollo mental y espiritual. Pero como aquí no sabes quién vendrá a leerte, pues me pienso muchas veces el decir esto o lo otro. Así que siempre me decanto por hablar para la mayoría, que son los que saben poco de estas cosas, y procuro no profundizar demasiado en los temas esotéricos. Me conformo con crear puentes, crear intereses por el mundo oculto, y luego que cada uno busque su camino, y claro, cuando alguien me pude consejo u opinión, pues le escribo en privado y procuro atenderlo más especificamente. Otro tanto hago con esos que me encuentro y saben más que yo, y entonces los tomo como mis maestros. De hecho, yo ando por la vida buscando maestros, más que discípulos, aunque tengo el alma llena de amor para todo el que necesite de mí. De hecho, cuando no se me acerca nadie, digo: "Estoy vibrando mal. Estoy haciendo mal las cosas que nadie ve mi luz". Pero cuando vienen a beber de mí, entonces me siento más seguro porque lo tomo como una señal. Por agradezco tanto vuestras palabras. Besitos:
Tadeo
Reconozco de entrada no haber leido todo tu ensayo, perdóname si te hundo.
Pero sólo quería comentarte como vivo yo el concepto de la felicidad .. a diferencia de muchos, no tiene nada que ver con lo material o con eventos puntuales, ni desaparece muy amenudo ... puedo estar enojada, estar triste o angustiada, pero siempre SOY feliz, es como una energia que llena mi pecho y en general siempre llena mis ojos de lágrimas, no se como describirlo, pero a veces solo, con mirar a quienes amo, mi pecho se hincha de felicidad, una sensación de plenitud, muchas cosas me pasan, derrepente son lugares, abrazos, compañias, pensamientos y ahorita msimo es escribir este post ... también estoy llorando, y con el pecho hinchado,
Así no más es.
Hola Pacita:
Me alegra que tengas esa facultar de ser feliz aún dentro de los vaivenes emocionales que todos sufrimos. Muchas gracias por tu comentario. Besitos:
Tadeo
Hola Tadeo, he leído con total atención tu reflexión, y tengo que felicitarte por tener tan claros tus pensamientos y que los practiques, porque con la reflexión no alcanza, verdad? Bueno yo puedo decirte que la tengo bastante confusa la cosa, pero tengo bien por delante de mi felicidad el no hacer daño a los demás, por lo menos no concientemente, eso es lo primordial; pero somos humanos y las emociones son difíciles de dominar y a veces si las dominas demasiado podés llegar a ser egoísta, o podés ir por la vida especulando que es lo que más te conviene hacer o de qué manera te resulta mejor actuar; además te podés encontrar en la vida con circunstancias que merecen dejar al descubierto todo nuestro ser, que también está hecho de emociones. Pienso que hay que tratar de ser equilibrados, pero ese equilibrio no debe ser tan exacto porque no sería sano para el mundo en el que vivimos, para otro lugar sí podría ser factible.Lo que me parece muy bueno e interesante es usar esta vida como aprendisaje para llegar a la perfección, o mejor dicho prepararnos para otro tiempo, si se lo puede llamar así.
Gracias por escribir y compartir tan interesantes pensamientos.
Un abrazo grande y emocionado.
Aparte si no dejara salir mis emociones no me gustaría tanto tu poesía.
Hola Naná:
Muchas gracias por dejarme tus reflexiones.
Sólo quiero aclarar un par de cosas, no hablo de reprimir los sentimientos, digo controlar los sentimientos desde la mente.
Por lo general, la gente siente primero, y luego, en cononancia, piensa. La humanidad dará un paso de gigante el dia que vierta sus sentimientos en un molde previo basado en sus pensamientos, en un molde ético y moral. Esto lo hacemos de algún modo, lo que sucede es que hay personas cuyo molde mental es muy débil, y sus emociones se les desbordan. Lo importante es que ese recipiente mental sea lo suficientemente fuerte como para aguantar a las emociones, y para servir como dique, para dejar pasar sólo las buenas emociones, y no todas. Se necesita usar la mente como depuradora de emociones. No puedes derrumbar tu cuerpo emocional, lo que debes es educarlo, del mismo modo que garantizas mantener limpio, sano y fuerte tu cuerpo físico.
De mi poesía podría emanar, lo mismo sentimientos buenos como malos. Yo procuro que ellos dejen en la gente una emotividad positiva. Nunca me verás hablando de venganza ni de odios. Si los llegara a sentir en un momento determinado, me cuidaría muy mucho de ponerlo en poesía, porque eso sería materializar el mal, darle vida al mal, en una obra que me trascenderá. Besitos.
Tadeo
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