
LOS MUERTOS HABLAN A TRAVÉS DE LOS VIVOS
Quiero revelarles este importante secreto del mundo espiritual. Los muertos, es decir, esos espíritus que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, pueden manifestarse a través del cuerpo de los vivos, poniendo en nosotros expresiones e ideas.
Dicen los maestros de sabiduría, que cuando un descubrimiento está listo para ser puesto en manos de los humanos, ellos escogen a la persona indicada para dar con él y lo guían para que lo consiga.
Del mismo modo llega a la mente de los creadores muchas de sus ideas creativas. Los poetas, los escritores, los músicos, los pintores, reciben muchas de sus ideas novedosas, de esos seres que los asisten y acompañan durante el proceso creativo. Tal vez por esto las inspiraciones llegan muchas veces cuando más despreocupada está la persona receptora. A veces el creador tiene la mente en blanco. Se encuentra descansando de sus tareas diarias, y es justamente en medio de ese vacío mental, cuando los seres espirituales se le acercan para dejarle caer alguna idea brillante.
Pero todo esto es aún más complejo. Hay un momento en que los muertos hablan, por nuestra boca sin que nosotros seamos conscientes de eso. A veces vemos que decimos cosas que no queremos decir. Son esas cosas que se dicen sin pensar, y a veces esas palabras pueden cambiar para siempre el curso de nuestras vidas.
Hay parejas que se rompen para siempre por una frase dicha así, sin pensar. A veces uno le dice al otro precisamente esa frase que la otra persona no está dispuesta a tolerar. Así actúan las fuerzas espirituales cuando entienden que deben romper una relación.
A veces esas voces pueden ayudarnos también. Ya conté hace un tiempo, cuando un espíritu habló por mi boca para darle detalles a un amigo sobre un libro que él no me quería prestar por creer que yo no estaba preparado para leer.
También en otra oportunidad, esas voces que salieron sin consciencia de mi boca, me salvaron de meterme en un buen lío. Ahora les cuento cómo ocurrió todo, y ya con esta historia me despido por hoy.
Un buen día llegó a mi casa un amigo para invirarme a hacer un viaje de un par de días, ir y volver, a la provincia de Cienfuegos, pues tenía que recoger unos documentos en una de las escuelas donde él había estudiado. Dijo que no quería ir solo. Al final me convenció y me fui con él. Dijo que dormiríamos ese día en casa de una tía suya en aquella ciudad.
Llegamos a casa de su tía y allí nada parecía anormal. Lo anormal fue que ellos no querían que nos marcháramos, y para colmo, una noche la tía de mi amigo se me acercó y me dijo que se había muerto un pariente de ellos en una ciudad cercana y que querían ir todos al entierro. Dijo que se irían todos, incluyendo mi amigo, para allá y que me dejarían a mí con su hija, una chica como de mi edad, es decir, unos 19 años.
Aquella buena mujer me dijo que ellos regresarían por la noche, así que estaría solo todo el día con su hija. Sus palabras me sorprendieron, pero yo siempre he sido muy corto de mente, y no me enteré de lo que estaba pasando.
Al día siguiente, la hija de la tía de mi amigo, entró a mi habitación vestida con unas ropas minúsculas, y con una risa nerviosa en el cuerpo que me sorprendió. Noté que algo extraño le pasaba, pero no fui capaz de entender qué era.
Ahora que tengo más edad, entiendo perfectamente que aquella chica estaba excitada y deseaba tener relaciones sexuales conmigo. Durante buena parte de la mañana me estuvo provocando hasta que de pronto unas palabras salieron de mi boca, y ella se quedó como fulminada. Le dije.
TÚ ESTÁS EMBARAZADA.
La cara de sorpresa de aquella chica fue terrible, y la mía, pues por un estilo. No entendía por qué le había dicho eso, y no entendía por qué ella se había quedado así. Luego durante todo el día, el comportamiento de ella fue normal hacía mí.
Por la noche, cuando la casa volvió a poblarse, escuché a lo lejos una conversación entre la madre y la hija en la que la primera preguntaba si había ocurrido algo, y ella dijo que no, que yo lo sabía todo.
Para poderme marchar de aquella casa, tuve que sacar yo mismo los boletos de regreso, porque ellos no querían que nos marcháramos. Le puse a mi amigo un boleto en la mano y le dije:
Aquí tienes. Yo me voy a las 2 de la tarde. Si quieres, vienes conmigo, y si no, pues te quedas aquí solo.
Mi amigo se marchó conmigo y nosotros dejamos allí a todo el mundo pidiéndonos que regresáramos. Dijimos que sí, que regresaríamos. Dentro del autobús mi amigo me confirmó que su prima estaba embarazada y que querían obligarme a mí a asumir la paternidad.
No sé quién habló por mi boca, pero alguien habló y me salvó de aquella encerrona.
TADEO